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Juan Manuel Jimenez Muñoz

Juan Manuel Jimenez Muñoz

EL TITANIC.

España está más liada que el fontanero del Titanic. Y hablando del Titanic. Pedro Sánchez es el capitán del barco, e Iglesias, Irene y Belarra son la orquesta que acompaña el hundimiento: nos distraen con sus chorradas mientras la nave va a pique.

Los últimos éxitos de la orquesta del Titanic llevan por título <<los vibradores vaginales son máquinas de matar fascistas>> y <<mujeres con pene o mujeres con vagina: hay más mujeres de las que te imaginas>>.

Horroroso, lector. Horroroso. Pero bueno. Dejemos a la orquesta del Titanic (más inútil que el cenicero de una moto) y vayamos a las cosas de comer.

Anteayer, por boca del propio Gobierno, nos enteramos de que existen 443.000 desempleados más de los oficialmente contabilizados. Se les llama “fijos-discontinuos”: son personas que trabajan de Pascuas a Ramos (y que incluso cobran el desempleo), pero que a mayor gloria del presidente Sánchez no se incluyen en las estadísticas del paro. Cagoenmismuelas.

Explicar el concepto de “fijo-discontinuo” puede ser harto complejo. Pero, gracias a la inteligencia que Dios me dio (ya murió mi abuela), lo voy a hacer facilísimo.

Fijos-discontinuos son los Reyes Magos de Oriente, que trabajan menos que el sastre de Tarzán. Fijo-discontinuo es Papá Noel, que trabaja menos que los intermitentes de un submarino. Pero son ejemplos muy trillados. Si hay en España un fijo-discontinuo de pura raza, un fijo-discontinuo de manual, ése es Alberto Garzón, el líder de Izquierda Hundida, nuestro ministro de Consumo, de quien con sumo gusto hablaré un ratito.

Alberto Garzón es fijo-fijo-fijo en el Consejo de Ministros, y es fijo-fijo-fijo para cobrar a fin de mes, pero es discontinuo en sus actividades ministeriales.

En enero de 2020 le regalaron el ministerio de Consumo, un ministerio más inútil que la primera rebanada del pan Bimbo, y con un contenido más vacío que el estómago de un venezolano.

A esa preocupante circunstancia hay que añadir que Alberto Garzón tiene fama de ser muy poco amigo del trabajo. Digámoslo claramente: es más vago que el ángel de la guarda de los Kennedy.

Además de su indolencia, Alberto Garzón no es lo que se dice un lince. Recuerde el lector que estuvo casi nueve años preparando oposiciones para agente secreto, y lo suspendieron por poner su nombre en el examen. Cagoensanpitopato.

Como se ha dicho, Alberto Garzón tomó posesión del cargo en enero de 2020, y no se supo nada de él hasta mayo de ese año, cuando en plena pandemia de COVID, con España en la ruina, con el tito Berni en calzoncillos, con el tito Berni en el puticlub, dijo que el turismo español (la primera industria del país) era una birria. Qué cabrón. Digo el puticlub del tito Berni. No don Alberto Garzón.

Desapareció don Alberto del mapa (que no del sueldo) hasta enero de 2021, cuando en plena pandemia de COVID, con España en la ruina, con el tito Berni en calzoncillos, con el tito Berni en el puticlub, dijo que la carne que exportábamos al extranjero era una birria. Qué cabrón. Digo el puticlub del tito Berni. No el tito Berni en sí mismo.

Volvió a desaparecer don Alberto hasta septiembre de 2021 para, en plena pandemia de COVID, con España en la ruina, con el tito Berni en calzoncillos, con el tito Berni en el puticlub, prohibir la publicidad de los dulces y sembrar graves sospechas sobre el roscón de Reyes Magos. Qué cabrón. Digo el puticlub del tito Berni. No el roscón de Reyes Magos.

Volvió a desaparecer don Alberto hasta diciembre de 2021 cuando, en plena pandemia de COVID, con España en la ruina, con el tito Berni en calzoncillos, con el tito Berni en el puticlub, dijo que los juguetes españoles eran sexistas, y promovió desde el ministerio de Consumo (¡en plena campaña de Navidad!) un boicot a la industria juguetera. Qué cabrón. Digo el puticlub del tito Berni. No la industria juguetera.

Despareció el ministro de Consumo durante todo el año 2022, y ha aparecido en enero de este 2023 para, con España en la ruina, con el tito Berni en calzoncillos, con el tito Berni en el puticlub, prohibir la publicidad de los helados. Qué cabrón. Digo el señor ministro. No los calzoncillos helados en el puticlub del tito Berni.

Y ya está.

Ya te lo he dicho, lector: Alberto Garzón es un “fijo-discontinuo” de manual. Y encima no está contabilizado en las estadísticas del Gobierno.

Cagoentóloquesemenea y mitad del cuarto más.

Firmado:

Juan Manuel Jimenez Muñoz.

Astronauta de la NASA (pero fijo-discontinuo).

TODO LO QUE SIEMPRE QUISISTE SABER SOBRE LA ECONOMÍA, PERO NUNCA TE ATREVISTE A PREGUNTAR

“El Gobierno debe intervenir el mercado y topar los precios por Decreto. Es intolerable que los despiadados capitalistas, los dueños de los supermercados, a costa de los españoles, ganen tantísimo dinero. Los precios deben toparse al nivel que estaban antes de la guerra de Ucrania”.

Hola, lector. Hola lectora. ¿Quién podría no estar de acuerdo con ese loable propósito de la ministra Belarra, la actual jefa de Podemos? ¿Qué malnacido podría desear lo contrario? ¿A quién no le gustaría que ¡mañana mismo! un kilo de aguacates (que ahora cuesta cuatro euros) pasase a costar dos euros? ¿Puede haber algún masoquista que prefiera pagar un euro por una barra de pan, en lugar de medio euro? Y sobre todo… ¿cómo es posible que a nadie, antes que a Ione Belarra, se le haya ocurrido la feliz idea de bajar los precios en las tiendas a través de un Decreto del Gobierno?

Bien, lector. En principio… da la impresión de que la propuesta podemita es infalible: parece que Ione Belarra, alias La Alegría de la Huerta, tiene un corazón de oro. Aunque, todo hay que decirlo, hay algo que me ha hecho dudar sobre la bondad de esa medida intervencionista: quien propone topar los precios por Decreto es Podemos, el autor intelectual de la Ley Sueltavioladores, de ese prodigio jurídico que ya es referente en el mundo. Por no hablar de lo de entrar en los urinarios de señoras con pene, barba y bigote. O por no hablar de la pena de cárcel por matar una rata a escobazos. No sé. No sé. Podemos está por medio. Algo debe de fallar. ¿Dónde estará la trampa?

Así pues, más mosqueado que un perro en un barrio chino, me puse a indagar en las supuestas bondades de la intervención estatal de los precios, y releí "Los enemigos del comercio", el monumental ensayo de don Antonio Escohotado. Y lo que encontré, amigo lector, me puso la piel de gallina, pues justo por esa política intervencionista sucedió una debacle en todas las naciones que han sido (o son) gobernadas por marxistas.

A continuación, basándome en la historia actual de la Venezuela chavista y en la historia pasada de otros países, explicaré en doce pasos muy simples cómo se gesta un desastre tras abandonar la economía de mercado. No te asustes, lector: la Economía es algo árida… pero con un poquito de humor lo entenderemos sin problema. Ponte cómodo y disfruta.

Paso 1: La ministra Belarra ordena a los tenderos que no vendan la barra de pan a su precio actual de un euro, sino al mucho más amable de medio euro. Un 50% menos.

Paso 2: Entonces, los tenderos llaman a los panaderos para decirles que, a partir de mañana, les comprarán el pan a la mitad de su precio de hoy.

Paso 3: Entonces, los panaderos llaman a los molineros para decirles que, a partir de mañana, les comprarán la harina a la mitad de su precio de hoy.

Paso 4: Entonces, los molineros llaman a los campesinos para decirles que, a partir de mañana, les comprarán el trigo a la mitad de su precio de hoy.

Paso 5: Entonces, los campesinos hacen cábalas de lo que les cuesta a ellos producir el trigo (agua, gasolina, abonos, tractores, plaguicidas, etcétera) y llegan a la curiosa conclusión de que van a trabajar de balde para la ministra Belarra, que cuando bebe la agarra. Y como los campesinos, aunque rústicos, no son imbéciles… plantan el trigo justito para amasar ellos su propio pan, y acaparan el excedente en sus graneros hasta que suban los precios… ¡y que le vayan dando por culo a los urbanitas de la capital!

Paso 6: No hay pan. Aunque la gente tiene euros para gastar, no se encuentra pan por ninguna parte (asumo que, a estas alturas, el lector ya habrá entendido que lo dicho para el pan vale para el aceite, la leche, la carne, las verduras, los zapatos y las aspirinas).

Paso 7: La escasez de productos origina grandes aglomeraciones en las tiendas. Entonces, para que la gente no se acuchille en las colas, Ione Belarra recurre a lo único que se ha inventado en ocasiones similares: las cartillas de racionamiento. Todo el mundo comerá, pero poquito y con orden.

Paso 8: Como la gente de la ciudad aún tiene euros, y como los campesinos han acaparado el poco grano que queda, los urbanitas más “listos” se compinchan con los agricultores más “espabilaos” para traer trigo a las ciudades, aunque sea a precio de oro. En resumidas cuentas: surge el mercado negro de toda la vida, para el que pueda pagarlo. El estraperlo.

Paso 9: Poco después, al no haber compraventa en el mercado libre (recuerda: solo funcionan los estraperlistas y las cartillas de racionamiento), han quebrado las farmacias, las fruterías, las pescaderías, las carnicerías, las panaderías y cualquier comercio privado. Las grandes empresas (cadenas alimentarias, constructoras, eléctricas, etcétera) se marchan al extranjero. Las pequeñas empresas y los autónomos se marchan a la mierda. La destrucción de empleo es terriblemente masiva y, a consecuencia del paro, la gente se empobrece a marchas forzadas y los billetes dejan de circular.

Paso 10: Ante la falta de dinero circulante, el Gobierno activa la maquinaria de fabricar billetes e inunda el país con una moneda que no vale absolutamente nada (pues nadie produce). Es el inicio del desastre final: es la hiperinflación de la actual Venezuela chavista o de la Alemania de 1919-1930, durante la República de Weimar.

Paso 11: Desesperado, el Gobierno toma medidas extremas para evitar la hambruna: fusila a los campesinos que acaparan trigo, les requisa el cereal y les expropia las tierras. Exactamente lo que hicieron Lenin y Stalin entre 1917-1938. O, más recientemente, lo que hizo Chávez en Venezuela: ¿recuerda el lector los alocados gritos de Chávez ordenando “¡Exprópiese!”? Pues era eso exactamente: quitaba la propiedad de su negocio a quien desobedecia la orden del Gobierno de vender a pérdidas.

Paso 12: La ruina absoluta. La bancarrota. La represión. Como si hubiese pasado un huracán por el país. Aportaré un solo dato, por ser fácilmente comprobable: la tasa de pobreza extrema en Venezuela en 1998 (el año de la llegada de Chávez al Gobierno) era del 9% (una barbaridad, por supuesto). En el año 2021, tras 23 años de chavismo, era ¡del 68%!: la más elevada de América y, además, con la tasa de delincuencia más alta del mundo. Entonces, en ese momento exacto de la bancarrota, sólo los muy pudientes (las Belarras, las Yolandas, las Montero, los Stalin, los Maduro, los Castro, los Garzón, los jefazos del Partido y los funcionarios afines) pueden comer tres veces al día. Para el resto, lo mejor es emigrar a otro país o sobrevivir con las migajas del Estado. 

Ése es el modelo que propone Podemos, los socios de Pedro Sánchez, los que asesoraron al chavismo en Venezuela. Los que aún entonan loas a Nicolás Maduro y a los hermanos Castro. Los gestores de la miseria generalizada. Los expertos en igualar por abajo. Los defensores de la inactividad social y de la economía subsidiada. Los que, como el ministro Garzón, visten camisetas con el logo de la desaparecida Alemania Oriental: el régimen asesino y liberticida que tanto añoran.

Y ya está, lector. Mantén cerca de ti este artículo por si alguna vez sientes la morbosa tentación de pensar que lo mejor para España es que los “despiadados empresarios” quiebren, y que a Amancio Ortega le vaya fatal. Recuerda que el Estado no lo puede todo. La Historia lo demuestra. En Venezuela afirmaban que lo que les ha sucedido era imposible de ocurrir. Tomemos nota.

El mundo ha salido adelante gracias a muchos Amancios Ortegas y a muchos pequeños autónomos; pero nunca ha salido adelante gracias a señoritas que jamás dieron un palo al agua fuera de la sede del Partido, y que ahora cobran 90.000 euros al año en su cargo de ministras. Ojalá se les seque la yerbabuena. O mejor aún, como decía Rafael Alberti en su famoso poema al que Paco Ibáñez puso música:

<<A Galapagar, a Galapagar;

hasta enterrarlos en el mar>>.

El mundo, amigo mío, funciona moderadamente bien en Francia, Canadá, Holanda, Bélgica, Australia, Nueva Zelanda, Suecia, Dinamarca, Reino Unido, Italia, Portugal o España. A sitios así, y no a Cuba ni a Venezuela, se marchan los fugados del “procés”. Por algo será. Y el mundo ha funcionado y funciona terriblemente mal en Nicaragua, Venezuela, Cuba, Alemania Oriental, la U.R.S.S. o Corea del Norte, paraísos comunistas donde no hay alimentos que comprar ni libertad para quejarse.

Que no te la den con queso, lector. Que no te la den con queso.

Cagoentóloquesemenea y mitad del cuarto más.

Firmado:

Juan Manuel Jimenez Muñoz.

Cazafariseos.

MENTIROSAS

El pasado domingo 5 de febrero, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, se perpetró uno de los actos públicos más soeces del Ministerio de Igualdad. En defensa de su ley del “sí es sí” (por la que ya se han beneficiado 400 violadores), Irene Montero, Ione Belarra, Ángeles Rodríguez Pam y Victoria Rosell afirmaron lo siguiente:

<<A nivel europeo, tenemos un marco penal con un punitivismo excesivo, sin nada que ver con la defensa de los derechos humanos, porque es contrario a ellos. El punitivismo (las penas excesivas por delitos sexuales) no nos da más seguridad a las mujeres, sino que nos la quita. El punitivismo no es un discurso feminista. Nos están vendiendo una historia que no va con nosotras. Nosotras, en Podemos, no queremos que los violadores se pudran en la cárcel. Primero, porque a la cárcel no van los peores: van los pobres y los marginados. Y segundo, porque los violentos y machistas salen de la cárcel más violentos y más machistas. Nosotras no queremos penas largas: queremos justicia feminista>>.

Bien. Fin de la cita. Respiro hondo y prosigo.

A ver, mentirosas. ¿En qué quedamos?

Comenzasteis diciendo que vuestra ley era perfecta, y que jamás veríamos ninguna rebaja de condena a ningún violador. <<A ni uno sólo>>, llegó a decir Montero.

Después, cuando los violadores comenzaron a salir a la calle, dijisteis que era culpa de las juezas, que eran ‘machistas y fascistas’, y que no aplicaban la ley a vuestro antojo porque les faltaba formación.

Luego, afirmasteis que la culpa del escándalo la tenía el contubernio ultraderechista entre PP y VOX.

Después, dijisteis que la culpa del escándalo era de los medios de comunicación, por machistas y alarmistas, y que lo mejor sería que silenciasen las rebajas de condena.

Al poco de ese dislate, dijisteis que la culpa de las rebajas de condena la tenía el Tribunal Supremo, porque tardaba en unificar doctrina.

Luego, en otro ruin acto público, entre bromas y jolgorios, tuvisteis la desfachatez de hacer unas risas sobre la suelta de violadores. Vosotras. Las actuales Torquemadas de la moral. Las del neolenguaje exquisito. Las ofendiditas por todo. Las que pedís las sales cuando alguien cuenta un chiste de tartamudos, o piropea a una mujer.

Después, hace muy poco, según vosotras, los culpables de la polémica “son aquellos del PSOE a quienes les tiemblan las piernas y quieren modificar nuestra Ley”. Es el “mantenella y no enmendalla” de soberbias con balcones a la calle.

Y anteayer domingo, visto que estáis más perdidas que una pulga en un peluche, nos confesáis por fin lo que muchos sospechábamos: que para Podemos no pasa nada; que en el fondo de vuestros podridos cerebros eso es, precisamente, lo que queríais; que eso es lo que buscabais con la ley del sí es sí; que os “ponen” los malotes; que os da lo mismo siete años que diecisiete años de prisión; porque los violadores y los pederastas, en el fondo, son buenísimas personas, y es la sociedad quien los corrompe.

Sois malas, Irenita. Sois malas, Belarra. Sois malas, Pam-Pam. Sois malas, Rosell. Sois más malas que un dolor. Sois más malas que mis chistes. Sois más malas que limpiarse el culo con papel de lija. Sois sectarias, desahogadas, irresponsables y mentirosas. Sois una peste. Bubónica. Como niñas malcriadas en permanente rabieta, habéis llegado a acusar de machismo (aparte de a todas las juezas de España) a personas tan notoriamente de izquierdas como Nadia Calviño, Manuela Carmena, Pilar Rahola y Carmen Calvo. Se os ha ido la olla. Definitivamente. Os preocupa el violador, el asesino, el carterista, el okupa, el pederasta, el terrorista encarcelado. Las víctimas no os importan. Habéis convertido a las víctimas de delitos sexuales en un simple eslogan electoral, en una herramienta al servicio de un relato, de un relato de histéricas chifladas, de un relato que os podrá ser útil para seguir viviendo del cuento, o de la cuenta, o de la cuenta corriente del esforzado contribuyente. Porque dicen las encuestas que, a estas alturas de la legislatura, cuando casi toda España tiene calado a Podemos, dos millones de españoles (¡todavía!) tienen dispuesto su voto para colocar a 24 de estas locas en la Cortes Españolas. Una desgracia.

Hay muchas malas costumbres en España. Demasiadas. Y una de ellas (tal vez de las peores) es la de pertenecer o votar a un partido político para toda la eternidad; la de tener el entendimiento fosilizado, la voluntad fosilizada, la libertad fosilizada; como el forofo que es socio para siempre de un club de futbol; el forofo que dice que los problemas no son problemas si no me afectan a mí. Pero en cuanto me afectan a mí, ya puedo cambiar de opinión.

Y es que, mientras mi cerradura permanezca intacta… la okupación de viviendas ajenas es un problema “inventado por la derecha”. Pero si un indeseable me okupa la casa… ¡ahhhhhhh…!... entonces quiero que actúe rápidamente la Justicia, la de las negras togas. Así ocurrió en el año 2020 con Gemma Galdón, la dirigente podemita antideshaucios que, muy llorosa, recurrió a los medios de comunicación y a la Justicia cuando le okuparon ilegalmente su domicilio. <<No tengo palabras>>, dijo entonces la activista de Podemos cuando le tocaron lo suyo. Claro que no las tienes, hipócrita. Como tampoco tuvieron palabras los muchísimos propietarios a los que tú, insolente majadera, les decías (antes de tu desgracia) que se aguantaran.

Y es que, mientras asesinen a otros, o violen a otras… la prisión permanente revisable es una gran injusticia para el reo, y atenta contra los derechos humanos. Pero si tocan a uno de mi familia… ¡que el criminal se pudra en la cárcel! Así lo hicieron en 2018 los padres del niño Gabriel, militantes activos de Podemos que, cuando una tiparraca asesinó a su hijo y ocultó el cadáver, se dejaron de zarandajas y pidieron la prisión permanente revisable. E hicieron bien. Muy bien.

Y es que, acosar a gritos en su casa a quien no piensa como yo… es jarabe democrático. Pero si me acosan a mí en mi propio domicilio... ¡es fascismo del más malo!, y llamo a la Guardia Civil, y los coloco a la puerta de mi casa en una garita inmunda. Así lo hicieron en 2020 y 2021 Pablo Iglesias e Irene Montero, los inventores del escrache, el matrimonio más venenoso que ha habido en este país desde que Viriato era cabo.

Y es que, mientras abusen de menores gentes que nada tengan que ver con mi partido… ¡hermana, yo si te creo! Pero si el abusador es el marido de Mónica Oltra, y la menor abusada está al cuidado institucional de Mónica Oltra, y peligra el cargo político de Mónica Oltra… ¡prietas las filas, camaradas!, que esto es cosa del fascismo.

Y ésa es la ley del embudo, amigo lector. Pura chatarra ideológica. Pura falta de empatía. Puro dislate psiquiátrico. Pura soberbia infantil. Pura irresponsabilidad social. Puro engendro de sepulcros blanqueados. Pura inmundicia intelectual. Pura basura.

Realmente, nada queda por decir. Me he despachado a mi gusto. Sólo os deseo, lideresas podemitas y señor presidente del Gobierno, que jamás tengáis que sufrir en carne propia, o de vuestros seres queridos, el terrible dolor de las víctimas. Sólo os deseo que nunca tengáis que aprender esa dura lección sobre vuestras cabezas. Sólo os deseo que jamás, nunca jamás, comprobéis en vuestra piel lo equivocadas que estáis. Pero eso sí: me vais a permitir que os lance la peor maldición que conozco, la que me enseñaron en Cádiz.

¡Ojalá se os seque la yerbabuena!

Firmado:

Juan Manuel Jimenez Muñoz.

Médico y escritor malagueño. Enviado desde mi iPhone

80 DÍAS QUE CAMBIARON EL MUNDO.

Siéntate, lector, y ponte cómodo. Mi artículo de hoy es largo. Te lo advierto de antemano por si no te agrada leer. Pero si te atreves, te gustará. Guárdalo como oro en paño: la memoria nos hace jugarretas y, tal vez, en unas décadas, necesites contarlo a tus nietos.

27 de diciembre de 2019:

La doctora Jixian, médica de la República Popular China, avisa por Wasap a siete colegas chinos de que en los últimos días está atendiendo en Wuhan “a muchos pacientes con extrañas neumonías bilaterales”. Incluso les envía fotos de las autopsias. El oftalmólogo Li Wenliang, que ha recibido ese mensaje confidencial de su colega, lo reenvía por Wasap a un centenar de médicos de su Universidad, pidiéndoles que tomen precauciones.

3 de enero de 2020:

La policía política china detiene al oftalmólogo Li Wenliang y lo acusa de difundir rumores falsos, un delito penado con hasta siete años de prisión. Antes de ser liberado, Li Wenliang es obligado por sus captores a firmar la denominada “carta de reprimenda”: retractarse de sus afirmaciones y prometer, bajo amenaza, que no alentará más el tema del “falso virus”. La “carta de reprimenda” finalizaba así: "Te lo advertimos seriamente, camarada: si sigues obstinado con tal impertinencia y continúas con esa actividad ilegal, serás llevado ante la Justicia del Pueblo. ¿Lo entiendes, camarada?"

31 de enero de 2020:

Caos en China por el COVID. Ya hay casos también en Corea del Sur, Italia e Irán. En España se declara el primer enfermo de COVID: fue en Canarias, y era un caso importado. La Organización Mundial de la Salud (O.M.S.) declara oficialmente la situación del COVID, a nivel planetario, como una “Emergencia Sanitaria Internacional”.

6 de febrero de 2020:

China sigue sumida en el caos. Ese día, arden de indignación las redes sociales chinas: acaba de fallecer de COVID el oftalmólogo Li Wenliang, alias “el reprendido”, el primero en alertar públicamente del problema. El Partido Comunista Chino corta Internet.

13 de febrero de 2020:

El previsto Congreso Internacional de Telefonía Móvil de Barcelona anuncia su aplazamiento por miedo a la COVID. Ada Colau, Pedro Sánchez y sus ministros afirman ante la prensa que “la decisión no responde a razones de Salud Pública”. Sin embargo, ahora sabemos por boca de la ministra Yolanda Díaz que ella sí había puesto en marcha un "plan de choque laboral “ante la "grave perspectiva de que el virus, desde Italia, llegase a España”. Un plan que, también según la ministra, fue ignorado por el resto del Gabinete tachándola de alarmista.

26 de febrero de 2020:

Primer caso autóctono de coronavirus en España (Sevilla). Pedro Sánchez afirma ante la prensa que “estamos bien preparados para recibir al virus”. Fernando Simón, portavoz sanitario del Gobierno, corea con su jefe que “en España no se esperan más de dos o tres casos de COVID”. El “estamos bien preparados” de Sánchez incluía bolsas de la basura como trajes protectores, una mascarilla quirúrgica cada semana, ausencia total de EPIS y carencia de test de antígenos.

3 de marzo de 2020:

Asia y parte de Europa, desbordadas por el COVID. En España, ese día, se declara oficialmente el primer fallecido por COVID (Valencia). El Gobierno español, obviando el virus y la alerta de la O.M.S., centra sus esfuerzos en el problema más grave de España: el heteropatriarcado opresor. Por ello, alienta las manifestaciones feministas programadas para cinco días después. Y así, al mantener las manifestaciones feministas en la agenda, no le queda otro remedio que permitir también los toros, el fútbol y la reunión de VOX en Vistalegre, con un Ortega Smith “acatarrado”.

4 de marzo de 2020:

Ya hay 228 casos oficiales de coronavirus y dos fallecidos en España. El Gobierno emite un mensaje de condolencia a los familiares y anima a salir a la calle el 8M “porque sin feminismo no hay futuro” y porque “en el feminismo nos va la vida”, y porque "el machismo mata más que el virus". Mi artículo de Facebook sobre este asunto, en ese día, incide en la conveniencia de NO celebrar manifestaciones en España. Decía así:

<<Temiendo al coronavirus, el Ministerio de Sanidad ha prohibido las aglomeraciones en los Centros de Salud, en los Hospitales, en los eventos deportivos, en las Ferias de Comercio, en los Congresos Médicos, en los besamanos religiosos y en las procesiones de Semana Santa. Pero no hay problema para el próximo 8 de marzo. Irene Montero, aunque muramos todos, tendrá su fiesta de pijamas. Y ni el coronavirus impedirá que el próximo 8 de marzo estas activistas moradas se citen en las plazas de España y, al unánime grito de “sola y borracha yo quiero llegar a casa”, pidan el fin del heteropatriarcado opresor y el fusilamiento del cromosoma Y>>.

5 de marzo de 2020:

El Ministerio de Sanidad y las Comunidades Autónomas, en plena parálisis por el análisis, siguen sin establecer un protocolo médico-asistencial para el COVID. Silencio oficial absoluto: se está gestando la “cogobernanza del COVID”, que en lenguaje más sencillo significa “echarle el muerto al otro”.

7 de marzo de 2020:

Ya hay en España 430 casos oficiales de coronavirus y 10 fallecidos. El Partido Sanchista y Unidas Podemos, sin importarles nada la debacle mundial, afirman en las redes sociales que “mañana, 8M, hay que llenar las calles”. Y el Ministerio de Sanidad, por boca de su desnortado gafe Fernando Simón, afirma que “el brote de la COVID está bajo control”, y que deja “al criterio de cada cuál” su asistencia a la manifestación feminista de mañana.

8 de marzo de 2020:

Se celebran en toda España grandes manifestaciones feministas: cientos de miles de personas (ministras incluidas, pero llevando guantes protectores) salen a la calle a corear las consignas del Ministerio de Igual Da. También VOX, por su cuenta, desoye la opinión de muchos de sus militantes y celebra una reunión de nueve mil personas en Vistalegre, donde un mustio Ortega Smith, sonándose los mocos, va dando la mano a los asistentes. Los toros, los partidos de fútbol y otros eventos deportivos multitudinarios siguen sin ser prohibidos por el Gobierno. No pueden hacerlo: tendrían que suspender la fiesta de pijamas de Irene Nomentero, y eso sería una catástrofe para el antiheteropatriarcado opresor y las gallinas veganas.

9 de marzo de 2020:

Misteriosamente, todo cambia al día siguiente de la imprescindible manifestación del 8M. Su Sanchidad, en una solemne intervención en Radiotelevisión Espantosa, con mala cara y ojeras, afirma el 9 de marzo que “tiene nuevos datos desde la noche anterior”, y que “se van a estudiar nuevas medidas contra el coronavirus”. Tócate los huevos, moreno.

11 de marzo de 2020:

Irene Nomentero y medio Ministerio de Igual Da aparecen contagiados, contagiadas y contagiades tras el festival callejero del 8M. También dan positivos la esposa de Pedro Sánchez, la ministra Carmen Calvo y muchos otros cargos y cargas del Gobierno, que habían luchado a brazo partido en las calles por la victoria del feminismo. Tan es así, que Unidas Podemos se dirige al registro de partidos políticos para cambiar su nombre por el de Unidas Tosemos. Asimismo, hay muchos positivos entre los simpatizantes de VOX reunidos en Vistalegre.

12 de marzo de 2020:

El Gobierno, a buenas horas mangas verdes, reconoce que la situación en España es grave, y que hará caso a la resolución del 31 de enero de la O.M.S., y que “tomará medidas contundentes con un Estado de Alarma a partir del día 15” (sic). En mi artículo de Facebook, ese 12 de marzo, yo decía esto:

<<¡Quién lo iba imaginar! ¡Quién lo iba a suponer! ¡A quién se le iba a ocurrir! Era, verdaderamente, algo que a nadie sensato se le podía pasar por la cabeza. Si a principios de marzo un virus corría como la pólvora por España, y ya había jodido a Italia, a Corea, a Irán y a China, era impensable que cientos de multitudinarias manifestaciones por toda la geografía pudieran tener efecto alguno en la propagación del virus. Una ensoberbecida Ministra de Igualdad, recién pisada la moqueta y con muchas ganas de apuntarse un tanto, convocaba a los españoles y a las españolas, a los inscritos y a las inscritas, para salir felizmente a la calle el domingo 8 de marzo. Y así fue. Cientos de miles de personas salieron jubilosas a gritar consignas feministas, a estrecharse las manos, a besarse en las mejillas o en la boca y a sostener entre todas las mismas pancartas. ¡Quién lo iba imaginar! ¡Quién lo iba a suponer! ¡A quién se le iba a ocurrir! Era ése un escenario sin repercusión posible en la cadena del virus, en su transmisión humana. Era impensable que tal cosa supusiera un peligro de aceleración de la epidemia. Ni las mentes más brillantes, ni los epidemiólogos más listos, ni Albert Einstein redivivo, hubiesen caído en la cuenta. Ahora, tras el dislate, el Gobierno, por fin, va a decretar el Estado de Alarma. Eso de que varios enfermeros con trajes espaciales hayan entrado al chalé de Galapagar para tomar muestras orofaríngeas a don Pablo Iglesias y a doña Irene Nomentero ha debido de alarmar a los políticos. De ahí, el Estado de Alarma. Una alarma que no existía entonces, el pasado 8 de marzo. Casi anteayer. Y no había alarma por una sola razón: por no alarmar>>.

15 de marzo de 2020:

El Consejo de Ministros declara el “Estado de Alarma”, una medida que ahora (por sentencia del Constitucional) sabemos que no fue la correcta: al parecer se quedaron cortos, ya que se hubiese necesitado un Estado de Excepción para restringir las libertades.

Bien, lector. Hasta aquí lo sucedido en esos primeros 80 días de 2020 que cambiaron España y el mundo. Fueron 80 días que podríamos resumir en una sola frase: la Política, en su aspecto más ruin y miserable, primó sobre la Salud. Fueron semanas, y luego meses, en que los profesionales sanitarios nos “protegíamos” del virus con bolsas de la basura y mascarillas caducadas. Y fueron también unos días donde no había test de PCR para nadie, salvo si te apellidabas Casado, Sánchez, Rufián, Echenique, Iglesias o Nomentero. Y fueron también unos días donde la élite de la izquierda progresista-feminista-antifascista que se había contagiado el 8M se olvidó de su tan querida Sanidad Pública (véanse los llantos de Almodóvar) y buscó atención sanitaria en la Clínica más selecta de Madrid: en la Ruber. De hecho, a esa clínica la llegaron a llamar Ruberlingrado.

Denunciar entonces esas cosas en Facebook tuvo, en mi caso, un fuerte coste personal: insultos en redes sociales, anónimas amenazas de muerte, acusaciones de estar “contra el Gobierno”, acusaciones de “machismo”, acusaciones de “fascista”, burlas de “se te ve el plumero”, mofas llamándome “capitán a posteriori”, e incluso el enfriamiento de dos o tres amistades que yo creía sólidas, de ésas que se arrastran desde la niñez pero que la política corrompe. Y las excusas más frecuentes del Gobierno siempre eran éstas: “nadie lo podía saber” y “vamos haciendo lo que nos dice un Comité de Expertos”. Luego se supo que era mentira, que jamás existió el tan mentado Comité de Expertos.

Bien. Pues hoy, 1 de febrero de 2023, justo tres años después, ya se sabe casi todo. Pero que no se nos olvide nunca. Los muertos por COVID tenían nombres y apellidos. Y España, aunque con buena “memoria histórica”, es un país de malísima “memoria personal”. Sobre todo, si el cadáver no yace en una cuneta.

Firmado:

Juan Manuel Jimenez Muñoz.

Médico y escritor malagueño.

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