EL PLUMERO
- Escrito por Juan Manuel Jimenez Muñoz
- Publicado en Actualidad
Algunos tertulianos acaban sus comentarios a mis artículos de Facebook con la manida frase de “se te ve el plumero”. Eso merece respuesta.
Dice la Real Academia de la Lengua que “mostrar el plumero” significa <<que se notan a las claras las verdaderas intenciones de alguien que pretende engañarnos>>. Es decir: que, según esa definición, yo escribo en Facebook una cosa pero en realidad pretendo decir la contraria; y además de falso soy estúpido, pues me pillan en la mentira. Pues verás, lector: no es así. Yo soy más simple que la tabla del uno. Más simple que el mecanismo de un chupete. ¿Cómo te lo explicaría para que me entendieras? A ver. Tú, lector, con esa agudeza que te caracteriza, crees haber descubierto “que se me ve el plumero”. En otras palabras, que con mi ironía y mis chascarrillos ataco disimuladamente a los cuatro sociópatas que, coaligados en un Frente Popular, mandan ahora en España: Sánchez, Iglesias, Junqueras y Otegi. Pues te equivocas, lector: no los ataco con disimulo. Los ataco a las claras y con toda mi artillería: con toda la irreverencia de que soy capaz sin caer en el insulto. Y mucho más que se merecen estos cuatro jinetes del Apocalipsis, estos cuatro caballos de Bonanza, estas cuatro plagas que nos han tocado en suerte, lo más venenoso para España desde el rey Fernando Séptimo.
Por lo tanto, lector, no es que hayas descubierto tú la punta de mi plumero: me he descubierto yo. Porque cualquier ciudadano responsable y con una herramienta poderosa (no me refiero a mi falo, sino a mi escritura adictiva) tiene la obligación de evitar que Sánchez nos convierta en súbditos de Sánchez; y tiene la obligación de evitar que Iglesias nos convierta en súbditos de Maduro; y tiene la obligación de evitar que Junqueras perpetre otro golpe de Estado; y tiene la obligación de evitar que Otegi reescriba la historia de la Transición al dictado de la ETA.
Uno ha de saber dónde debe situarse tan sólo con observar a quienes tiene delante. Yo me di cuenta hace mucho, cuando vi los rostros y las hechuras de los candidatos de Podemos en unas elecciones municipales, y pensé que se dirigían a un casting para “Torrente 5”, por el culo te la hinco. Luego averigüé los antecedentes laborales y penales de cada candidato, y eso fue peor que lo del casting.
Así que no me molestes más con la frase del plumero: me importa un huevo. Si para que desaparezca el sanchismo, mi página de Facebook beneficia de rebote al Partido Popular, a Ciudadanos o a Vox… bienvenido sea. Lo asumo. Como socialdemócrata de la vieja escuela, como republicano con gotas de sangre jacobina, lo admito como un mal menor: como un pequeño efecto secundario.
Porque la prioridad, en estos momentos tan críticos, es que en Cataluña no multen a nadie por rotular en español.
La prioridad es que a los etarras no les hagan homenajes en sus pueblos.
La prioridad es que ningún médico se tenga que exiliar de Baleares por no hablar el catalán.
La prioridad es que los delitos de sedición y de malversación vuelvan a estar donde estaban: en el Código Penal.
La prioridad es que a los okupas los expulsen de la vivienda okupada.
La prioridad es que se cierren definitivamente las ilegales “embajadas” catalanas.
La prioridad es que los violadores vuelvan al lugar de donde Irene los sacó: a la cárcel.
La prioridad es que el Falcon no se use para ir a los conciertos de Serrat.
La prioridad es que Podemos deje de señalar a Amancio Ortega y a todos los empresarios de éxito como si fuesen delincuentes.
La prioridad es que cualquiera pueda ser homenajeado en una Universidad sin que las huestes podemitas lo linchen a la salida.
La prioridad es que cualquiera pueda hacer campaña electoral sin que le revienten los mítines a pedrada limpia.
La prioridad es impedir “alertas antifascistas” de quienes pierden elecciones.
La prioridad es que los inventores de los escraches se vayan por fin a la mierda.
La prioridad es que dejemos de decir gilipolleces: niños, niñas, niñes; ellos, ellas, elles.
La prioridad es que todos los españoles nos enteremos, al fin, de por qué nos hemos enemistado con el pueblo saharaui.
La prioridad es que no exista jamás otro Tezanos.
La prioridad es que un nuevo Presidente del Gobierno pueda jugar a la petanca con verdaderos ancianos.
La prioridad es que nadie amenace con derogar la prisión permanente revisable para asesinos en serie, violadores incorregibles y asquerosos pederastas.
La prioridad es desenmascarar a demagogos que prometen pagas vitalicias a ocho millones de votos.
La prioridad es impedir que burócratas que no saben ni plantar una lechuga ordenen a los campesinos cómo tienen que manejar sus cultivos, sus perros de pastoreo y sus animales de labranza.
La prioridad es recuperar la concordia de la Transición Democrática, enterrar definitivamente 1936 y ponernos a trabajar pensando en el 2036.
Y la prioridad, en resumidas cuentas, es que el Gobierno de España trate con el mismo respeto a todos los españoles: hombres y mujeres, hablen como hablen, follen como follen, vivan donde vivan y voten a quien voten.
Por eso tengo plumero.
Firmado:
Juan Manuel Jimenez Muñoz.
El del plumero.