Fraude electoral
“Ya están preparándose para hablar de fraude electoral cuando ganemos”. Pablo Iglesias en las elecciones del 4M.
El rumor de fondo que planea sobre la legitimidad electoral no debería sorprender si se atiende al rigor histórico de un sistema fraudulento desde su origen. Si las primeras elecciones fueron proclives al sufragio censitario, al voto masculino, a la compra de votos o al pucherazo, las posibilidades que abre el campo tecnológico conducen a los programas informáticos y a las empresas responsables del recuento electoral o al tratamiento masivo de datos de los potenciales electores.
Al margen de cualquier consideración del mecanismo que el sistema liberal ha pertrechado y de cuya sospecha de fraude no se escapan ni las elecciones internas de los propios partidos, los resultados de los últimos comicios a la Comunidad de Madrid han dinamitado los partidos laboratorio, como Podemos y Ciudadanos, dejando al partido liberal de Vox como disidencia controlada para reconducir al facherío, y tratar de lograr un retorno al bipartidismo de Bilderberg.
Rubèn López